11 may 2007

Eterno

Ya lo dijeron en este soberbio poema:

Mar eterno

Digamos que no tiene comienzo el mar
Empieza donde lo hallas por vez primera
y te sale al encuentro por todas partes
.

José Emilio Pacheco.

10 may 2007

Allí nos vemos...

En el barrio Manga se acostumbraba, durante el día, a permanecer en la casa sólo lo indispensable para almorzar e ir al baño en esas ocasiones en que realmente se necesitaba. El resto del tiempo procurábamos estar en la esquina, que era el sitio de encuentro, sin necesidad de citas previas. Siempre había alguien con quien conversar. Bueno, casi siempre. Porque a veces podía durar toda un tarde esperando a los amigos. Para distraerme miraba cada uno de los detalles de la tierra amarilla y los árboles que me rodeaban, impasible y sinsentido apoyaba un pie en el muro descascarado; inclinado el cuerpo hacia atrás, de espaldas a la mansión de una familia momposina venida a menos. Paseando la mirada una y otra vez por cada casa que se alineaban en el callejón que nacía desde la esquina y terminaba en el mar, comprendía que estaba menos solo que esas cuatro paredes republicanas de las que no salía ni entraba nadie y en cuyo anterjardín se acumulaban las hojas secas de los grandes almendros. Donde los gatos se paseaban correteando lagartijas enormes que parecían iguanas huyendo del calor y el depredador. Tratando de no aburrirme, buscaba en cada signo de la naturaleza las señales del cambio, lo instantes invisibles en que todo cambia y yo permanecía igual, esperando a mis amigos. Nunca supe por qué en ocasiones no llegaban, pero de esos silencios nacieron estas fotos de nostalgia por sentirme solo sin saber porqué.