29 may 2008

El barrio



Me uno desde hoy a una de esas causas perdidas de antemano. La de preservar los distintos nombres del barrio Manga, los de sus calles. No es asunto de patetismo o nostalgia de quienes por allí pasamos, ni cosa parecida. Los nombres y lo que se nombra son una sola cosa: un lazo cultural que no pueden desconocer los urbanistas de hoy. Manga, conviene advertirlo, fue la primera gran urbanización de la ciudad. Aún así cada calle recibió un nombre, y por eso el barrio sabe al nombre de sus calles, como los platos cartageneros. La Calle Real y la Avenida Jiménez, el Callejón Porto o el de los Besos. Lo que se está haciendo con la nomenclatura de ahora es borrar la historia de varias generaciones. No se trata de detener el tiempo como creen algunos, sino de optar porque el cambio lo haga la gente, no la burocracia. Manga carga con el misterio de los barrios que fueron laboratorio de convivencia con todas las clases sociales, abierto. Y eso nadie lo resalta. Cien años después de fundado el barrio -1905- (¿alguien lo celebró?) el peor atentado es ningunearlo.
Foto de Avenida Miramar. Anónimo. 1920. Tomada de la Biblioteca Luis Angel Arango.

12 may 2008

El tuerto



Las viejas ciudades huelen a viejo, quizá porque tienen espacios por los que no pasa el tiempo . Ese estancamiento de todo, sin explicación a mi alcance, me impedía entender lo que decían mis profesores de primaria. Miraba lejos y las palabras carecían de sentido. La melancolía. Al terminar las clases medía las calles que parecen renunciar a la vida y sólo respiran historia. De ellas quedan epitafios que anuncian lo que fueron, no lo que son. Después huí del silencio por el peso abrumador que rodeaba a lo que hacía sin explicación. No escuchaba nada, ni la música que sentía. Los momentos mas intrigantes y aburridos simultáneamente eran los que transcurrían esculcando un cajón de la mesa de noche de mis padres imaginado los usos de cada cosa, inventándome preguntas por cada objeto con el que me tropezaba. En muchos casos sin respuesta. Aburrimiento.
En Cartagena cuando una calle quiere decir algo habla el Tuerto López:



De sobremesa

Se vive, amada mía,
según y como…Yo
por la mañana tengo hipocondría
y por la noche bailo un rigodón

¿Y qué? Pura ironía. En el amor
y en otras cosas de mayor cuantía
todo depende de la digestión.

Que no fume, que olvide la lectura,
que no maldiga en ratos de amargura
y mil consejos mas de este jaez,

como si se pudiera vivir a la manera
de las calles tiradas a cordel.


Foto: Luis Carlos López, poeta cartagenero 1879-1950