3 jun 2008

Salón de belleza


Fue una sentada para escuchar una confesión que duró sólo un instante. Poco más de dos horas y menos de tres. A la manera nuestra, sin los ritos de la tradición, sin la carga del pasado pero con el peso del presente. Mario Bellatin y su obra Salón de belleza, persigue la narración oculta de la realidad. Siempre quise saber algo que tuviese la densidad de esos salones. Algo distinto. En ocasiones en caminatas desprevenidas por cualquier barrio empezaba a contar los salones de belleza que abundan en la ciudad de los marginados. Allí -en el salón o en el barrio, da igual, entre secadores, peines, espejos y shampoo, el peluquero mira los peces del acuario de su vida que se inunda de esa enfermedad que viven estas tierras -hoy puede ser el sida, ayer otra y mañana…- . En esa confesión corta y directa, a mitad de camino entre el cuento y la novela, se alcanza a escuchar: “Yo solo muriéndome en medio del decorado” , con la simplicidad del peluquero; en aparente distancia con las citas de los autores que hoy hacen metarelatos, cuentos sobre cuentos, quizá como este post que no viviría sin ese instante solitario de lectura.