18 may 2009

Escena 3



Entre las muchas músicas que tiene hoy la calle está la que hizo Manu Chao que me parece ambigua en su dureza y cínica como casi todo lo urbano. En este caso se trata de uno de tantos personajes de la calle. Bella la manera como suena y se muestra en este video. Y una manera de refugiarse en plena calle fue tocar con los nudillos el vidrio de la puerta para que abriera el ayudante de la dueña, quien accionó la llave que se mantiene colgada del otro lado. En el pasillo más estrecho de esa librería en la que debe uno pelearse el espacio con los libros, en la esquina que se acostumbran a exhibir lo mas reciente, encontré un libro de la italiana especialista en literatura intima Cristina Secci. Ojeándolo mientras daba saltos por entre sus páginas en el Café de Moncho que atravesé por el camino de regreso, encontré que para la autora la imagen preferida del Diario de Frida Khalo es el dibujo en el que cambia su cabeza por una paloma, y a manera de leyenda o pie de ilustración, recuerda: “Se equivocó la paloma” el popular y musical poema de Rafael Alberti. Eso emociona porque siempre es bello saber por qué a alguien le gusta algo. Sobre todo si tiene recursos para decirlo. El gesto inevitable de afirmar qué es lo mejor de un artista.“Cuando Frida sufre quita el color, quita su rostro, que son los elementos de su trabajo. Ahí está el dolor más sincero. Ella sabe lo que funciona con el público, pero ahí yo reconozco algo íntimo, algo de quien se está desnudando”.

La mirada desde la ventana izquierda del Cafe escuchaba una voz a manera de paisaje audiovisual. Buenas noticias daba una emisora internacional en un perfecto español. Evelio Rosero Diago, decía, ganó el premio que el periódico Independent entrega a la mejor traducción al inglés del año: una voz amable de furioso impacto. Los ejércitos cuentan la historia de destrucción en un pueblo perdido en las montañas por las bandas de soldados, guerrilleros y paramilitares que se enfrentan en la Colombia rural de los últimos años, que no parecen tener ideología sino el interés por mantener unos poderes regionales alimentados por el tráfico de cocaína… Eso decía el locutor cuando salí nuevamente a la calle, huyendo de las cómodas razones de cierto gusto literario inglés, para reivindicar lo bueno de nuestros grandes escritores. Apenas estuve frente a mi biblioteca acudí al único rito que tuve a la mano para descontaminarme, releí un bello trozo del relato de Evelio llamado Un artista:
[...] " no hay pan y no hay leche", le dijo al que entró, y me dijo que le dijo eso como una broma delgada, me dijo eso y rió, radiante, sin dejar de mirarme, yo no sé por qué me miraba, no lo sé, no lo sé, o sí lo sé, sí lo sé, pues fui yo quien entró [...].

Imagen tomada de : http://extramares.files.wordpress.com/2009/03/la-teta-asustada.jpg