30 mar 2009

Marzo y la luna



De Meira del Mar se sabe mucho en la Costa caribe colombiana. Era la poeta viva de mayor reconocimiento. Murió este marzo que se va ( 1921-2009). La última entrevista que le escuché por ahí, contó apenada que García Marquez le pagaba a un muchacho para que le leyera. Las partes de su obra que conozco me dejan el recuerdo de un poema suyo que colgué aquí el año pasado. Dificil decir en una palabra el valor de su obra. Un regalo del tamaño de una mirada:

Breve

Llegas cuando menos
te recuerdo, cuando
más lejano pareces
de mi vida.
Inesperado como
esas tormentas que se inventa
el viento
un día inmensamente azul.
Luego la lluvia
arrastra sus despojos
y me borra tus huellas.


Selección de poemas suyos en:
http://amediavoz.com/delmar.htm

En la imagen pintura de Alvaro Barrios, de Barranquilla la ciudad donde vivió la poeta.

26 mar 2009

Gesta




De pronto la fiera se cansa y retrocede
De pronto la fiera no quiere ya acechar
al caminante que se ha perdido y está solo
entre los árboles
Algo de hielo o aguas muertas pesa en sus pestañas...
y ni una rama baja que acaricie su espalda
y ni un lugar o sombra en que se tienda

A veces una fiera quiere este silencio:
la luna tendida entre sus ojos


De Rafael del Castillo, en Palabras escuchadas en un café de barrio.


Imagen tomada de: http://bibliodyssey.blogspot.com/

17 mar 2009

Un recorrido



En el letrero se leía Manga-Bazurto, el nombre de la aletargada ruta que a 20 K/h recorría el bus, por su destartalada condición. Entraba al barrio, pasaba por el puerto de las embarcaciones de gran calado y volvía al centro de la ciudad desde donde partía. Era el transporte público para llegar y salir de la isla por el puente Román, en buses de palo con ventanas que para cerrarlas se desamarraba una tela gruesa que se dejaba caer si empezaba a llover. Antes de iniciar su recorrido se estacionaba al lado de la bahía de las ánimas donde estaban las embarcaciones menores que arribaban del Chocó luego de una semana de recorrido. Durante la espera, se veían los negros bajar los plátanos, el guineo, las cajas de gaseosas, los cocos, la madera y las frutas exóticas de ese comercio diario entre el Chocó y Cartagena. Las tablas que hacían de escalera de embarque se torcían pero aguantaban el peso con la misma tenacidad de quienes descargaban. Con tonadas irreconocibles se animaban entre ellos. Arrancaba por fin el bus y la canícula se refrescaba, para calentarse de nuevo a los dos minutos, pero esta vez por el ritmo que tenía la Media Luna, el sitio de los bares en el Centro de la ciudad. La flauta de Johny Pacheco y el grito de “acuyeye”, saludaban a todo volumen a los impasibles pasajeros que curioseábamos la fuerza del desahogo por el sofocante trabajo en esa bahía mezclada con la marginalidad del hampa, reconocible desde la ventana de estos buses, hecha forma en la pareja de siempre que se entregaba a la música. A esa que después llamarían salsa, pero que tenía su hogar allí donde ha nacido tanto de lo que después llega a los conservatorios o los museos. Ah!. El descubrimiento del desenfreno Caribe en la música que venía del norte, de Puerto Rico y Nueva York. Los reyes de la conga y el guiro, mi hermano, decía siempre Moncho cuando nos contaba todo lo que allí pasaba, porque esos no eran sitios para los menores de edad. Hoy con algunos amigos nos preguntamos que pasó con la salsa y por qué no evolucionó sino que se plegó a ese esperpento del latinjazz, que no es ni lo uno ni lo otro. Quizá porque perdió el motor de lo popular. La alegría que producía ver a los niños ante el piano imaginado haciendo algún sólo de piano de Richie Ray, ante el transistor que muy pocas veces dejaba oír su sonido bestial. Eran los setenta cuando estalló la salsa y en las embarcaciones llegaba la música sin que a eso le llamaran globalización. Sin Internet. Si no se ha acabado la música antigua y hay amantes del barroco, no creo que se acabe la salsa. Pero ahora respira artificialmente en los lugares de baile de quienes son apenas buenos cultivadores de una época en que la calidad musical de los interpretes era cuestión de supervivencia. El espacio que dejó lo ocupan el regetón y el vallenato, que son apenas variables de la industria musical y no la respiración musical del caribe. Fue en uno de esos buses que escuché por primera vez la cita de Bioy Casares: “Atribuimos los infortunios de este mundo a los grandes malvados porque subestimamos la estupidez”.

6 mar 2009

Lila



Pensaba en el último post y en la serenidad de ese poema que fue de los últimos que escribió Silvia Plath antes de suicidarse. En cómo se puede tener tanta tranquilidad en momentos así. Qué mujer.

Por eso no desaprovecho oportunidad para apostarle a los momentos de alegría con ellas. Pedirles que reciban los espasmos de generosidad que tenemos los hombres, que por torpeza volvemos inútiles o ingenuos -a la hora de resolver los problemas de convivencia. Sé que algunas quizá vean en este intento un resbalón machista. Y lo reconozco inevitable. Está entre lo mas alegre la espontaneidad de lo popular, en su parte acogedora. Recurrir a lo que más claramente nos define, la cultura popular dibujada en canciones y películas, en las telenovelas, las rancheras y demás espectáculos, que nos hacen únicos en medio de la multitud. Somos así y presumimos ser los únicos en entenderlo. Es ese Aire de familia del que habla Monsivais.


Por eso, también, para este fin de semana en que se celebra el día internacional de la mujer, vale colgar la letra de una canción en la que dos populares Don Juanes de la música tan distintos y de orillas contrarias hacen una de esas apologías tan propia, y por eso tan deliciosa. Nada como cantarle a ellas:


Felicidades
Por habernos roto el corazón en mil pedazos
Felicidades
Por jugar al juego del amor y hacernos daño

Felicidades
Por jugar con nuestro orgullo con tanta frialdad
Felicidades
Porque solo una mirada vuestra nos hace soñar

Copa a copa, mano a mano,
Este brindis va por ellas
Nos hicieron sus esclavos
Y nos gustan sus cadenas

Seguiremos adelante
Contra el viento y la marea
Que el dolor de sus desaires
Hiere menos que perdelas

Felicidades
Por hacer del hombre el triste rey de los payasos
Felicidades
Por robarnos la palabra, la razón, y enamorarnos

Felicidades
Porque nos quitais el sueño, la calma y la paz
Felicidades
Porque cuano no estais cerca, vivir es llorar

Copa a copa, mano a mano,
Este brindis va por ellas
Nos hicieron sus esclavos
Y nos gustan sus cadenas

Seguiremos adelante
Contra el viento y la marea
Que el dolor de sus desaires
Hiere menos que perdelas


Foto tomada de: http://www.moonstruckrecords.com/img/artist/lila_downs_full.jpg