7 feb 2008

Después

La ciudad está sola, pasó la marcha y llegó el día sin carro. Es una sensación especial salir a la calle y saber que hay un millón de carros fuera de circulación, y que mis pulmones descansarán de ese humo no querido…
De la marcha, pues fue una sensación agradable sentirse parte de un ser vivo, que allí está eso tan etéreo que conocemos como opinión pública, la multitud, el resultado del ciberespacio, los colombianos, en fin. Hubo de todo, efectivamente y , si, muchísima tolerancia. No marchó sólo la derecha, así resumo todo. También me pasó eso de creer por un momento que la rutina para, para decir algo. Todo se concentró en la marcha, que no es fenómeno manipulable. Vendrán otras marchas. Pero esta fue la más grande. Dudo que se repita, por ahora.
Saldrán libros, películas y miles de historias de esa marcha. Vi a muchos con los ojos desorbitados imaginando todo lo que podría resultar de ese laboratorio social. Yo sólo quiero contar una historia apenas del futuro próximo. Me veo, antes de que finalice el 2008, frente al televisór. Depronto y sin tiempo para pensarlo, en el momento estelar de un debate político, alguien alza la voz para enfatizar un argumento, y lo que todos escuchamos como signo de identidad política es que él sí asistió a la marcha. Desde entonces, aparece un nuevo motivo de división social –y esta es la parte bonita de esta historia- por el que los colombianos nos dividimos: los que fuimo y lo que no. Y que en todo lo demás estamos lo suficientemente de acuerdo como para no matarnos. Es un sueño. De esos que suelo tener cuando pasa algo bueno en mi país.

1 comentario:

Prado dijo...

es la profecía de la política latinoamericana. con respecto a un happening. saludos.