4 sept 2009

Volpi, Latinoamerica y Bariloche, en marcha.



Las distancias entre literatura y televisión marchan al tiempo con la polarización política. Cada vez más agua y aceite, pero con el daño que le hace el uno al otro. Los personajes son los mismos. Volpi los presenta por estos días en su último libro, El insomnio de Bolivar, un escritor que ha cumplido con sus lectores pero que en esta ocasión se quedó en promesa. En la pantalla pasaba, mientras terminaba de leerlo, la reunión de Unasur. América Latina representada por sus presidenteas, como si ellos resumieran los pueblos. Nada más mentiroso. Por eso, reconforta la crítica del mexicano al realismo mágico, el lugar común de la literatura hoy y su paulatina mutación en realismo trágico de violencia narco. Brillante su desconfianza en los fantasmas del nacionalismo literario, (¿literatura colombiana?), su énfasis en el desmoronamiento de socialismo real y el descredito de las utopías. Junto con la comercialización de realismo mágico desapareció el metarrelato revolucionario que encarnaba la Cuba de Castro, la narrativa marxista que hizo de la literatura latinoamericana la vanguardia estética del combate político por la emancipación continental. Se bajó del pedestal la estatua del mito latinoamericano creado por el boom: el intelecual latinoamericano.

Ante este despliegue de crítica sensata, y cuando uno espera lo mejor, Volpi llega a un mismo llanito: el lugar común de que acá todo es igual, sin alumbrar los matices y la gradualidad de las políticas. Por citar sólo a Chile y sus avances frente a la pobreza. Esa sensación de simple lector que no tiene salida porque nuestros males parecen ser los mismos por los siglos de los siglos…

Pero no es así. En aparente contradicción con su discurso (quizá por ser ensayos escritos en distintos momentos), el escritor muestra vestigios de algunos cambios. América Latina se desbarata en la lógica actual. México está más unido a EE.UU y Canada como se plasma en tratados internacionales. Su política antimigratoria con los centroamericanos la envidiarían los halcones gringos, por lo cruel. En lo cultural América Latina está cada vez menos unida y sus lazos son cada vez menos importantes y fuertes que en otra época. El internet difunde información que poco hace por sur América e islas del caribe, que seria una manera geografica de entender lo latinoamericano. De los 11.000 mil libros de literatura al año que producen estos paises pocos circulan dentro de ellos. Si acaso America Latina existe México dejó de formar parte de ella hace mucho tiempo; de esa identidad que dio el boom literario.

A la mayoría sólo le queda la televisión. El reality show de Unasur y sus disputas. Seguir ofendiéndose sin tener políticas comunes. Al mismo Lula se le notó el disgusto por terminar una reunión de 7 horas con un acuerdo gaseoso. El orden de la reunión debió ser inverso: pelear primero y luego acordar. No lo hicieron así. El acta final la elaboraron como quien dicta párrafos de una carta a su secretaria para disculparse en público de algo. Mira, agrégale - decia Uribe, ponle -gritaba Correa. Si, una colcha de retazos donde finalmente nada es claro. Cada uno interpreta qué es terrorismo, qué es narcotráfico, es decir, cada uno seguirá haciendo lo que le de la gana mientras Europa , EEUU- México y Canada se organizan. ¿Cuál unidad latinoamericana? En un momento en que hay 2200 personas presas en Venezuela por protestar y no se cuantos secuestrados por las Farc en un país que quiere la paz hace mucho tiempo, que eligió un general que ahora se siente emperador, ¿Cuál?

Muchos marcharemos hoy contra todo eso, sin saber aún a dónde vamos.