5 jun 2007

La alegría

Recuerdo aún el rito espontáneo de las nubes negras, la humedad del aire y el olor anterior a la lluvia. El olfato impregnado por la fruta que ansiaba, servia de guía para alcanzar el cajón donde estaba la única prenda necesaria, el pantalón corto. En segundos los amigos estabamos en la calle apenas iniciado el aguacero, (¡¡Aguacero de mayo que va a cae!! ). Todo daba forma a la mas dulce aspiración que era saltar de un solo impulso los muros frontales de las casonas republicanas para entrar a recoger del suelo lo que la brisa nos regalaba, en medio de truenos y relámpagos: los mangos. Refugio de sabores prohibidos profanado por nosotros que aún teníamos derecho a la arcadia del Barrio. Era el rito lluvioso en una ciudad que apenas se urbanizaba, el júbilo de la infancia, el sabor de la fruta prohibida y de la lluvia que apenas duraba unos minutos...

6 comentarios:

Camilo Hoyos G. dijo...

En alguna página de "El reino de este mundo" de Carpentier hay una despiadada descripción de una tormenta que arrecia, si no estoy mal, el portón principal de una casa, entrando en sus aposentos y desocupando implacablemente sus estancias. Siempre he encontrado en la lluvia esa característica dicotómica que contienen algunas canciones: poder alegrar o entristecer, poder alabar o maldecir. Ese sabor es sinestésico: un sabor en el paladar que toma forma mediante el olfato.
Qué buen rito del que hablas.

ricardo flores dijo...

Mango y lluvia tropical. Dos añoranzas de lo que no he vivido ¿Es eso posible?
Saludos,
RF

ricardo flores dijo...

Caborca, no está mal pensarse unidos de alguna forma por los extremos. Tampoco es que sea una opción el dolor y el aburrimiento, así como no creo que Puig haya sido tan conciente de los alcances políticos de sus textos. Más bien creo que tenía oído (y grabadora, según dicen) para registrar esas voces múltiples que recorren un contienente.
Saludos,
RF

Recomenzar dijo...

Pasé de casualidad y me quedé leyéndote.

Recomenzar dijo...

Gracias por la visita, y me alegra que te hayas sentido a gusto. la próxima te convido con un te o quizás chocolate con menta

Cinzia Ricciuti dijo...

En mi tierra generosa siempre hay mangos en mayo. Aqui todos saben que el ritual de tumbarlos es sagrado y los carros se paran cuando hay alguien en la calle cumpliendo esa tarea. Ahora te leo y comprendo lo que dices, los mangos son enormes, sus arboles y sus frutos. Dulces como el mejor de los regalos.
Te sigo leyendo.
Infinitas gracias por tu visita y tus elogios.
Vuelve cuando quieras, eres bienvenido.