5 jul 2007

Lo amador

En estos días se acumulan en mi escritorio las notas de varios libros. Será la tierra de Jorge Volpi, en el que conocí una especie de novela-crónica llena de referencias actuales a hechos significativos de los últimos 50 años: La caída del muro de Berlín. Chernobil. El desarrollo de la biotecnología y el diseño del mapa del Genoma Humano, la desaparición de la Unión soviética y las nuevas mafias rusas. Las motivaciones económicas que impulsan el desarrollo científico norteamericano. Todo eso enlazado por la vida azarosa de tres mujeres en medio de una competencia profesional despiadada. Terminé cansado pero satisfecho. Pocas concesiones a los clichés de la literatura latinoamericana y una invitación a leer su mejor trabajo, En Busca de Klingsor, que ya empencé. En Será la tierra ya no importa en que ciudad vives sino el sitio al que te diriges y el avión que abordas en medio de personajes que muestran más sus intereses racionales que sus oscuras motivaciones. Pocas cosas le quedan en penumbras al narrador, la crueldad de la competencia de este comienzo de milenio no tiene duda. Y las palabras suenan afiladas con la exactitud de la competencia y el rigor de la crónica del novelista que posa de periodista aferrado a la objetividad de quien muestra cómo sucedieron las cosas.

Con su carátula pálida, en otra esquina del escritorio está Lo amador el libro que recrea el nacimiento del barrio cartagenero que hizo historia en mi adolescencia. Escrito local acompasado de la bacanería de sus personajes. Las líneas de la pobreza en el horizonte desnudo de historias que apenas alcanzan la supervivencia. Algo de eso acompañaba al padre del escritor –Roberto Burgos Cantor- a quien ví pasar tantas veces vestido de lino blanco por el Callejón de los besos, al mejor estilo caribe. Allí donde empezaba la lluvia y se comían los mangos sin que contara el tiempo. Pasaba el viejo y el silencio se hacia respetuoso de lo que después sería un libro. Ya contaré. Y en el borde del escritorio el último texto, La ciudad ausente de Ricardo Piglia: la maquina de macedonio...

1 comentario:

ricardo flores dijo...

Los tomo como una obligación. De Volpi he visto algo por ahí, de Piglia leí alguna vez Respiración artificial, pero de Roberto Burgos Cantor, nada.
Saludos,
RF