2 ago 2007

La Caminata


Colombia tiene fama de ser un país apático en lo político que paradójicamente convive con la fiereza de sus dos grupos en armas que dicen hacer política por todos los medios, con los recursos económicos que provee la cocaína que se consume en las grandes ciudades del mundo, principalmente.

Este estado de cosas ha venido transformándose cualitativamente en los último días con la caminata y llegada a la Plaza de Bolívar de la capital colombiana de quien por más de mil kilómetros caminó desde el extremo sur occidental del país, Sandoná, Nariño. Entró a la plaza principal de Colombia, la máquina de los símbolos, la misma que hace 22 años vio el enfrentado incendio de fuerzas (guerrilla –ejército) en el Palacio de Justicia en el que murieron la mayoría de sus magistrados. La misma plaza que tiene su consabida catedral colonial que tuvo como maestro de Capilla al gran polifonista latinoamericano Juan de Herrera, nuestro Palestrina. Y que tiene como en gran parte de Latinoamérica un edificio para el legislativo o Congreso de la República con líneas republicanas de grandes columnas y capiteles. Allí llegó ayer un profesor de bachillerato en Ciencias Sociales a pedir por la liberación de su hijo que está secuestrado por las Farc hace 10 años, junto con otro medio centenar de policías y soldados y unos pocos personajes como la colombo/francesa Ingrid Betancourt. Salió de Nariño pidiendo por su hijo, luego por todos, después por el "Acuerdo Humanitario". A veces le exigió a las Farc, otras al Gobierno, o ambos; y así indistintamente durante 46 días los medios de comunicación se fueron enterando de lo que este profesor y su hija iban construyendo. Por el camino, ocurrió el serendipity: la muerte de 11 diputados igualmente secuestrados por las Farc que avivó el significado de su caminata y los medios de comunicación acabaron por desplegar una historia que va por la mitad. Algunos dicen que a las Farc no las presiona nadie por el cinismo y la ceguera en que los sumió la manigua. Que lo será en últimas el Estado y su gobierno de turno. Creo más en esta ultima opción. Aunque nadie sabe el futuro es mucha la responsabilidad que le cayó encima a este honesto personaje convertido en el héroe que buscan las sociedades por fuera de la literatura, aunque después acaben en alguna buena historia. Nos esperan distintos acontecimientos políticos que podrían desatascar al gobierno y la guerrilla que no ceden.

Me gusta el optimismo de un inteligente
semiólogo colombiano:

“En estas marchas renovadoras el ciudadanos expresa su deseo profundo de que lo político no sea mas astucia y dominio sobre el otro sino imaginación y cambio y por esto son ellas mismas políticas. Lo político, se dice ahora ,es la metafísica de la imaginación, donde se construye lo real. La política y los políticos, los medios, los académicos deben traernos nuevas ideas lejos de repetir la realidad y seguirla repitiendo como síntoma sin cura. La política sin poesía es cruel, nos encierra en el mundo a lo que estamos y no nos da salida” Armando Silva.

El optimismo es una flor desteñida entre nosotros por el cansació de la política hecha sólo con las armas. Vale la pena verle por estos días sus colores.

1 comentario:

Camilo Hoyos G. dijo...

Qué buena entrada. Felicitaciones.