20 ago 2009

En do menor




Unos amigos me invitaron a una tertulia de música antigua, una afición oculta que apenas ahora empiezo a entender.La conversación se detuvo un buen rato sobre lo sublime que habita allí donde hay un sentido de lo asombroso, de reverencia, respeto, misterio e incluso temor que es propio de los mas grandes realizaciones artísticas de la humanidad. Lo sublime garantiza que el trabajo artístico transporte y lleve al embelesamiento a quien lo percibe. Kant, por ejemplo, decía que la melancolía era la llave de lo sublime. Esta idea la he venido utilizando para desenredar el significado histórico que tienen los mas preciados tesoros musicales, el significado que tienen para nosotros hoy, en pleno siglo XXI la música que se escribió hace 700 años. Se trata de caminos complementarios hacia etapas más avanzadas en la comprensión de nosotros. Unir dos deseos de los amantes de la música: lo novedoso, presente en todos los tiempos, y el deseo por escapar de hoy. Sin que supiéramos cómo todos nos percatamos que aquello que no se ha escuchado es nuevo aunque tenga 500 años. Y que la vida de cualquier interpretación es la creatividad de quienes interpretan una pieza musical; la manera como ella responde –místicamente- al espíritu de una época. Preguntárse permanentemente de qué manera la música responde a lo que pasa hoy. Por eso son imposibles los anticuarios musicales. Es decir, un grupo no puede hacer de la música un ejercicio histórico, una representación histórica. No pude copiarse la manera como la gente cantaba antes. Lo importante, en últimas, -y esto lo tomo de un importante simposisio sobre música antigua realizado en Berkeley-, no es lograr la verosimilitud histórica (una forma correcta de cantar, virtud que se le exige al estudiante) sino dar lo que se le exige al artista. En vez de intentar lo imposible de ser cada ves más y más autentico, es necesario lograr una interpretación en la que salga lo auténtico que hay dentro de nosotros. Y eso no está en las partituras, eso se ejercita, es imposible de plagiar, eso solo se logra si hay un sentido musical compartido, y eso exige muchísimo trabajo personal y en grupo.


Moncho, que estaba conmigo, se molestó, por lo largo de mi intervención, y me dijo sin parpadear: “No hables, / mira cómo las cosas a tu alrededor se pudren. / Confía solo en los niños y los animales / y de los ancianos aprende el miedo de haber vivido demasiado. / A tus contemporáneos pregunta sólo cosas prácticas / y comparte con ellos tus fracasos, tus enfermedades, /tus angustias, pero nunca tus éxitos. /De tus hermanos ama el que está lejos /y teme al que vive cerca. / A tus padres nunca preguntes por su pasado /ni trates de aclarar con ellos tu niñez y juventud. / Con tu patrón no hables, escríbele y nunca le cuentes / tus planes futuros y miéntele respecto a tu pasado. / Ama a tu mujer hasta donde ella lo permita y / si llegas a tener hijos, piensa que, como en los / juegos de azar, podrás ganar o perder. / El destino no existe, eres tú tu destino. / Y si llegas a la vejez / da gracias al cielo por haber vivido largo tiempo, / pero implora con resignación por tu pronta muerte. / Los que no tenemos dinero ni poder / valemos menos que un caballo, un perro, / un pájaro o una luna llena. / Los que no tenemos dinero ni poder / siempre hemos callado para poder vivir largos años. / Los que no tenemos dinero ni poder / llegado a los cuarenta debemos vivir en silencio / en absoluta soledad. / Así lo entendieron los antiguos, / así los certifica el presente. / Quien no pudo cambiar su país / antes de cumplir la cuarta década, está condenado / a pagar su cobardía por el resto de sus días. / Los héroes siempre murieron jóvenes, / no te cuentes, entre ellos, / y termina tus días / haciendo el cínico papel de un hombre sabio”. Cuando terminó acotó que el poema era de Harold Alvarado Tenorio, el poeta mas temido de Colombia.Uno de los mejores. Luego nos fuimos sin saber qué había pasado finalmente. Esquivando la noche.

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